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viernes, 15 de enero de 2016
ADULACIÓN Y MANIPULACIÓN LAS ARMAS DEL RÉGIMEN CHAVISTA
Adulación y manipulación
Dentro de los factores más definitivos que mantienen al país sumido en la nodemocracia
está la eficacia del liderazgo oficialista. No se hace referencia, en este
caso, a lo carismático ni a lo organizacional. Antes bien, se alude a un aspecto que
admiraba incluso al propio Platón: Que los tiranos, si bien carecen de prudencia y
justicia, no son superados por nadie en la acción decidida. Esto plantea
nuevamente el tema del liderazgo social. Todo régimen político requiere de un
liderazgo que lo viabilice. En el caso de la revolución bolivariana se trata de un
liderazgo obviamente negativo, que se ordena al mal moral y no al bien, pero que
actúa con decidida determinación. ¿Y cuáles son los medios de ese liderazgo
decidido pero negativo? La respuesta, clara para un buen número de venezolanos,
porque es observable en la realidad actual, también viene de la mano de Platón: la
adulación y la manipulación, al mejor estilo del Calicles dibujado en el Gorgias.
Adulación, porque se emplean el verbo y los medios materiales para decir lo que
agrada escuchar y para dar lo que no ha exigido sacrificio. Y manipulación, porque
se usan ese mismo verbo y esos mismos bienes materiales para dominar, nunca
para liberar.
Tiranía de la mayoría y espíritu de partido
La revolución bolivariana es, esencialmente, una negación del constitucionalismo,
una colocación permanente del ¨pueblo¨, en cuanto soberano, sobre la
Constitución, el ordenamiento jurídico e, incluso, las instituciones representativas34
.
La noción de democracia participativa que impregnó todo el proceso constituyente
de 1999 y toda la Constitución aprobada ese mismo año se ha convertido en un
artilugio empleado por el régimen para zafarse de controles políticos y jurídicos.
Democracia participativa es, entonces, en la lógica revolucionaria, una suerte de
vía expedita para que Hugo Chávez, gobierne a su real parecer y entender, en
nombre del pueblo. Por otra parte, ha de decirse que impera un sectarismo en
virtud del cual el pueblo es una realidad por calificar: Solo es pueblo la
muchedumbre que gravita en torno al régimen, que es adepta al oficialismo, que
apoya o pertenece al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). No son pueblo,
por el contrario, los ciudadanos que quieren ejercer sus derechos pero no apoyan
al régimen. De hecho, constitucionalmente hablando, no hay respeto de los
derechos de las minorías. Y sin ello, se carece de uno de los principios constitutivos
de la auténtica democracia.
El reduccionismo electoralista
El régimen ha sido especialmente eficaz en arrogarse legitimidad, a partir de
episodios electorales. En ello ha influido de manera decisiva el aparato
propagandístico de la revolución, el cual ha sabido colocar entre adeptos y
adversarios la idea de que democracia es igual a elecciones, y que elecciones es
igual a voto. Desde el punto de vista constitucional ha ocurrido un auténtico
desgarramiento: Se han separado elecciones y condiciones de justicia electoral.
34 Sobre el tema Cfr. SILVA, Alejandro: La esencia de la democracia, FORMA, 2006, pp. 6 y ss. Y de
manera más general, cfr. HERNÁNDEZ, Lolymar: El proceso constituyente venezolano de 1999,
Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 2008.
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De ese modo se ha avanzado en un ventajismo inmoral que potencia y blinda la
tiranía de la mayoría, mencionada en el apartado anterior. El pueblo, poder
constituyente mal entendido, está permanentemente por encima de la
Constitución y del resto del ordenamiento jurídico, siendo que lo electoral es el
cauce formal a través del cual se perpetra y actualiza esta viciosa situación jurídicoinstitucional.
Ideas para recobrar la institucionalidad democrática en
Venezuela
Punto previo: La vuelta a lo público
Acaso el más importante factor en la reconstrucción democrática y moral de
Venezuela es la vuelta a lo público. Que muchos, pero especialmente los mejores
talentos, consagren sus vidas al servicio público y no meramente, como diría
Cicerón35, al ocio gustoso, a la vida buena apacible. Para que ello sea posible
deben crearse las condiciones para que no vuelva a emerger el mal de la antipolítica
antes denunciada como una de las causas que ocasionaron la pérdida de la
democracia. Los venezolanos deben, entonces, fortalecer y mejorar a los partidos
para que vuelvan a ser verdaderas escuelas de políticos profesionales; formar
profundamente a los políticos profesionales y, no menos importante, emprender
una cruzada de formación cívica que alcance a todos los ciudadanos.
En lo moral: El vencimiento del relativismo
Como bien lo ha denunciado Juan Pablo II, no es posible que haya democracia ni
ningún orden político justo si no se respeta la verdad moral. Dice el Papa:
“Hoy se tiende a afirmar que el agnosticismo y el relativismo escéptico son la
filosofía y la actitud fundamental correspondientes a las formas políticas
democráticas, y que cuantos están convencidos de conocer la verdad y se adhieren
a ella con firmeza no son fiables desde el punto de vista democrático, al no
aceptar que la verdad sea determinada por la mayoría o que sea variable según los
diversos equilibrios políticos. A este propósito, hay que observar que, si no existe
una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las
convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de
poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo
visible o encubierto, como demuestra la historia”
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.
Una vez salido Chávez del poder, los venezolanos tendrán que pactar
consensualmente cuáles serán las reglas del juego que regirán su convivencia
política. Ello supondrá un compromiso firme de querer vivir en paz y con justicia
que deberá actualizarse de generación en generación. Pero lo más importante es
35 La cita completa dice así:¨(…) el género humano tiene por naturaleza tanto instinto de fortaleza, y
recibió tal apetencia de defender el bien común, que esta virtud [la del valor] ha superado siempre
todos los halagos del ocio gustoso¨ (Cfr. CICERÓN: La República, Libro I, 4,7, 1a. Uso la edición de
la Biblioteca Clásica Gredos, Editorial Gredos, traducida por Alvaro D´Ors, Madrid, 1991).
36 JUAN PABLO II: Carta Encíclica Centesimus annus, Núm 46, 1991.
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que los venezolanos tendrán que convencerse, de una vez por todas, que hay
valores de la convivencia política que no están sujetos al humor de las mayorías y
no se supeditan, por tanto, a los poderosos de turno. Se hace referencia, por
supuesto, a valores como la dignidad insoslayable de las personas, el respeto de los
derechos humanos, la libertad en todas sus manifestaciones, la propiedad privada,
etc.
En lo social: La desintoxicación de la sociedad
Sanar a la sociedad venezolana supondrá hacer retroceder al Estado. Lograr que
este devuelva a aquélla espacios que le son naturales. Han pasado catorce años en
los que el régimen ha expandido injustificadamente las estructuras estatales en
detrimento de la subjetividad de la sociedad civil. Las personas y los cuerpos
intermedios han visto truncadas sus energías de participación porque, bajo la
entelequia ideológica que es el socialismo del siglo XXI, el Estado se ha reservado
monopólicamente la búsqueda de supuestos ¨bienes para la felicidad común¨. Se
trata, en definitiva, de avanzar prudentemente en un proceso de desestatización
del todo social que permita alcanzar la así llamada primacía de la sociedad civil.
En lo jurídico: La restauración del Estado constitucional
El primer paso en la restauración del Estado constitucional lo representa la
determinación y/o legitimación de la Carta Magna sobre la cual se asentará la
venidera democracia. En este sentido, hay tres opciones jurídico-políticas para
lograrlo: Asumir como nulos los actos que dieron origen a la Constitución de 1999
y retrotraerse a la vigencia de la Constitución de 1961; someter la Constitución de
1999 a un proceso de legitimación, realizando los cambios necesarios para
convertirla en el pivote del nuevo orden democrático; o, finalmente, conducir la
sociedad venezolana hacia un proceso constituyente que arroje un nuevo texto
fundamental.
Decantarse por alguna de estas posibilidades es algo que deberá ser ponderado
con prudencia por parte de la dirigencia política en el momento de la transición
democrática. Dependerá de la configuración de las circunstancias concretas, de lo
que se juzgue más conveniente y realista, de lo que resulte menos traumático para
el país. Pero con independencia del camino que se siga, y de que luzca
inconveniente retrotraerse a la Constitución de 1961, lo más importante será
garantizar la vocación de permanencia del orden constitucional. Para ello debe
sustraerse al Poder Constituyente (el pueblo) el derecho a convocar en cualquier
momento, bajo cualquier circunstancia, una asamblea nacional constituyente para
"transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una
nueva constitución" (Art. 347 CRBV).
En lo económico: La conciliación entre libertad y justicia social
Una de las más perversas mentiras que ha traído consigo la revolución bolivariana
es la de hacer creer que libertad y justicia social son realidades antagónicas o
excluyentes, que ha de optarse maniqueamente entre una u otra. Restaurado el
Estado constitucional, habrá que potenciar el orden económico de tal modo que
las personas se desarrollen libremente en las ocupaciones o dedicaciones que
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tengan a bien elegir, y al mismo tiempo puedan colaborar solidariamente en el
desarrollo de otros venezolanos.
La cuestión cobra importancia porque, como consecuencia de la devastación
ocasionada por el socialismo del siglo XXI, puede suscitarse entre los venezolanos
un efecto péndulo que los lleve del estatismo al mercado inhumano e
individualista. Sobre este particular solo basta decir aquí que una economía
auténticamente humana es aquella en la que, a un tiempo, se protege a la persona
de los abusos del Estado y se fomenta en ella la solidaridad libre y responsable
para la búsqueda del bien común.
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